El milagro de los mineros chilenos

El milagro de los mineros chilenos

A un año del derrumbe: El menor de los 33 dice que vivía mejor como minero

A un año del derrumbe que sepultó a 33 mineros en una mina en el norte de Chile, Jimmy Sánchez, el menor del grupo, dice que estaba más tranquilo adentro de la mina.

Los recuerdos de esos 69 días de encierro a más de 600 metros de profundidad atormentan a este joven que acaba de cumplir los 20 años y que a un año del derrumbe se encuentra sin empleo y asumiendo recién el drama que le tocó vivir.

“Como que ahora estoy asumiendo todo lo que me pasó”, cuenta Jimmy en el living de su casa -vive allí parte del tiempo y el resto con su novia- en un barrio humilde de Copiapó, 800 kilómetros al norte de Santiago, una ciudad que vive de la minería.

“Adentro estaba más tranquilo. Ahora estoy raro. He cambiado, no soy el mismo de antes. Antes era más alegre, salía siempre, me gustaba conversar. Ahora no salgo, me siento solo”, relata con angustia este joven.

Jimmy era el minero más joven de los 33 que quedaron encerrados el 5 de agosto de 2010. Llevaba sólo unos meses trabajando como ayudante de minero en el yacimiento San José cuando ocurrió el derrumbe.

Fue el quinto en ser rescatado y, tras salir de la mina, ha viajado a Estados Unidos, Inglaterra, Grecia e Israel junto con parte de sus compañeros, acogiendo las invitaciones para contar su increíble historia de sobrevivencia.

En diciembre fue dado de alta y hoy no recibe ninguna ayuda psicológica. No ha logrado tampoco conseguir ningún empleo.

Pero pese a lo que le ocurrió, Jimmy desea volver a trabajar en la minería y no está en sus planes estudiar algún otro oficio. “Me gusta lo que hago”, dice sobre su trabajo como minero.
Jimmy, como todos los demás mineros, recibió 10.000 dólares del millonario local Leonardo Farkas.

Está claro que le incomoda el tema y cuando se le consulta qué pasó con ese dinero señala: “Me lo gasté comprando mis cosas”.

En una pieza de la modesta casa de Jimmy, su padre, Juan, levantó una especie de santuario con todas las portadas de diarios y revistas y los cientos de recuerdos que atesoran de esa odisea de más de dos meses.

Ahí están las cerca de 60 cartas que Jimmy les escribió desde el fondo de la mina. El traje verde con el que emergió del yacimiento, los lentes que lo protegieron del sol, los gruesos zapatos que usaba adentro y una bandera chilena firmada por cada uno de sus compañeros de encierro.


Su madre acompaña la charla pero habla más bien poco. Juan, en cambio, señala que no le importa que su hijo vuelva a la mina pero siempre y cuando ésta tenga más seguridad.
Juan muestra con orgullo cada uno de los objetos. Se detiene en las cartas y en los frascos de plástico que utilizaba para enviarle a su hijo objetos al interior de la mina. Jimmy, en cambio, sólo los mira de reojo.




Fama pero un futuro incierto

Vivieron 70 días a 700 metros bajo tierra. Sobrevivieron comiendo poco y nada bajo altas temperaturas y una humedad infernal. Finalmente, fueron rescatados en uno de los operativos más espectaculares que el mundo pudo haber visto. Afuera, los esperaba su familia, la fama y la vida que, un año después del derrumbe, no es tan cómoda como uno la puede imaginar tras el calvario.

Mañana se cumple un aniversario del derrumbe en la pequeña mina de oro y cobre en San José, en pleno desierto de Atacama, al extremo norte chileno, que dejó sepultados a los 33 mineros que hoy gozan de una fama inesperada tras aguantar la proeza, pero cuentan con un futuro incierto.

Muchos de ellos aún sufren las secuelas psicológicas del hecho, otros ni siquiera tienen trabajo fijo y todos esperan recaudar los beneficios de libros y películas inspiradas en su caso. Del total, unos 15 siguen sin trabajo fijo y 7 se encuentran con baja médica.

“En este minuto hay siete mineros con licencia. Fundamentalmente los problemas se deben a trastornos de sueño”, explicó hoy a la agencia de noticias EFE el gerente zonal de la Asociación Chilena de Seguridad (Achs), Alejandro Pino, que durante el encierro les prestó apoyo psicológico. “Incide mucho el estrés postraumático tras haber estado encerrados 70 días en una mina”, añadió Pino.

Por su parte, Jean Romagnoli, también de la (Achs), quien tuvo también un destacado papel en las tareas de rescate, opinó que los mineros “no han tenido una alternativa laboral”. Lo que les pasa, dijo, es que “tiene que ver con el desencanto de promesas no cumplidas”. “Se les prometió un trabajo en Codelco (la minera estatal) pero parece que la promesa se las llevó el viento o se las tragó la mina”, disparó.

Por las secuelas físicas y sicológicas del accidente, los 14 mineros de más edad solicitaron al Gobierno una pensión de gracia que les permita jubilarse y que, según la prensa local, se les concederá el próximo 22 de agosto, cuando se cumpla un año desde que se supo que estaban vivos.

Según el diario local El Mercurio, siete de los mineros se han dedicado en este tiempo a hacer charlas motivacionales, y otros cinco viven de la venta de comestibles, ya sea en pequeños negocios o en puestos de feria.

Sólo uno de ellos, Pedro Cortés (26), se puso a estudiar y optó por perfeccionarse en tecnología eléctrica, aunque se ha visto ahogado por las deudas para pagar sus cursos. “No tenemos donde caernos muertos”, aseguró tras recoger este jueves la parte de la indemnización que la minera San Esteban, dueña del yacimiento.

Marcados por la dura experiencia y por penurias económicas, 31 de ellos decidieron presentar una demanda por 7.750 millones de pesos (16,66 millones de dólares) contra el Estado chileno por su supuesta negligencia a la hora de fiscalizar el yacimiento San José. De tener éxito, cada uno recibiría 537 mil dólares.

La demanda fue mal vista por parte del pueblo chileno que cuestionó la misma, ya que se invirtieron 20 millones de dólares en salvarlos. Según la prensa localpasaron de ser “héroes” a “villanos”.

En Washington, ayer se inauguró una exposición sobre su rescate en la que participaron Carlos Barrios, Jorge Galleguillos, José Henríquez y Mario Sepúlveda. Los mineros lamentaron que la fama de la que gozan en el resto del mundo no sea compartida en igual modo en su propio país: “Nos aprecian mucho más afuera de nuestro país”, dijo Sepúlveda.

Además, las víctimas del derrumbe esperan que la Fiscalía finalice la investigación preliminar contra los dueños de la mina, Alejandro Bohn y Marcelo Kemeny, según confirmaron fuentes del Ministerio Público. Una vez adopte una decisión, los mineros podrían presentar una demanda contra ellos para obtener así otra indemnización.

Según las autoridades, el acto de recordación de mañana será “sobrio y modesto”. El ministro de Obras Públicas de Chile, Laurence Golborne quien encabezó el rescate en Copiapó, dijo que “esta conmemoración va a ser una cosa muy simple”.

“Será una ceremonia ecuménica en la Iglesia La Candelaria en Copiapó y está invitado cualquiera que quiera asistir”, dijo el ministro, según difundieron los medios locales. Golborne, que era ministro de Minería cuando se produjo el accidente, dijo que “la idea es hacer un recordatorio sobrio, de manera de que no nos olvidemos de esta fecha importante que fue un hito para el país y el mundo entero”.

El funcionario había dicho unos días después del derrumbe que había pocas posibilidades de rescatar a los trabajadores con vida hasta que el 22 de agosto fue el primero en leer el mensaje: "Estamos bien en el refugio los 33", que fue difundido a todo el mundo por el presidente Sebastián Piñera.

En tanto, el lugar del rescate donde llegó a albergar a casi 3.500 personas, hoy se encuentra en silencio. En la mina San José no hay rastros del “Campamento Esperanza”, esa ciudad ad hoc que contaba con colegio, comedor, calabozo y cientos de carpas y casas rodantes que fue cobrando vida propia a medida que pasaban los días y se aproximaba el rescate.

(Fuente. agencias)

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